La otra cara del coronavirus

La situación pandémica global también afecta a tu organismo
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Tanto si has llegado a contraer la COVID-19 como si has podido evitar la enfermedad, existen una serie de riesgos añadidos para la salud que, si bien no están provocados por el virus en sí, son una consecuencia directa de las circunstancias en las que se desarrolla nuestro día a día en un escenario de la pandemia global.

Quizá, la que afecta a un mayor número de personas en todo el mundo es la derivada del trabajo en casa. Esta forma de desarrollar nuestra actividad profesional ha llegado sin que muchas personas tengan la preparación o las condiciones necesarias en su propio hogar para poder llevarlo a cabo de manera adecuada. La actividad física se ha visto muy limitada, lo cual tiene grandes repercusiones en nuestra salud. No sólo hablamos de una cuestión física: el contacto se ha visto reducido por la distancia social y la soledad es una importante fuente de estrés.

Por ello, es relevante que sepas qué situaciones pueden afectar más a tu salud en este contexto de pandemia y cómo contrarrestar sus efectos:

  • Fatiga pandémica: la OMS define esta patología como “la desmotivación y el cansancio que la población siente ante la situación prolongada de pandemia y restricciones”. La fatiga pandémica también puede estar relacionada con el síndrome del “hambre emocional”: un trastorno emocional que se refleja en la alimentación y que lleva a algunas personas a comer compulsivamente con el consiguiente riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad. ¿Has observado que últimamente comes sin necesidad? Te recomendamos que para controlar este síndrome anotes lo que comes dentro y fuera de las ingestas habituales de cada día (desayuno, comida, merienda y cena). Hacer ejercicio y una buena calidad en el sueño serán grandes aliados para vencer al “hambre emocional”.
  • Lesiones en la espalda: pasar mucho tiempo sentados, no mantener una buena higiene postural o someter al cuerpo a una sobrecarga o a una carga brusca pueden generar este tipo de lesiones. La principal recomendación es que realices ejercicio físico durante un mínimo de 30 minutos al día y que lo combines con estiramientos que ayuden a que tu espalda y tu abdomen adquieran un mayor tono muscular. Organiza bien tu espacio de trabajo para que no tengas que forzar tu postura. Vigila tu descanso, elige un colchón firme e intenta no arquear la espalda.

De cualquier manera, si consideras que hay algunos síntomas que te superan y que no puedes controlar, busca ayuda profesional. Todos nos hemos visto impactados por una situación inédita para la que no estábamos preparados. No tengas reparo en acudir a tu médico para pedir orientación sobre el mejor tratamiento a seguir.